No existe la tableta perfecta, sino aquella que mejor se ajusta a nuestras necesidades, expectativas y presupuesto. Si estás pensando en comprarte una, en esta guía de compra de tabletas actualizada a 2022 tratamos de proporcionar una orientación para conocer qué factores tener en cuenta y los modelos disponibles en el mercado.
Qué tener en cuenta a la hora de elegir una tableta
Pantalla: tamaño, resolución y tipo de panel
La pantalla de una tablet condiciona irremediablemente nuestra experiencia con este dispositivo. En este sentido, es importante tener claro qué queremos hacer con ella y cuánto tiempo estaremos frente a su pantalla.
Así, no buscaremos lo mismo si vamos a emplearla para resolver dudas puntuales y navegar mientras estamos en el sofá que como una herramienta de trabajo o si será nuestro dispositivo para consumir contenido. En este sentido, prestaremos atención fundamentalmente al tamaño, la resolución y el tipo de panel.
En el mercado encontramos alternativas que van desde las 8 hasta superar las 12 pulgadas. No obstante, el grueso de modelos suele encontrarse en torno a las 10 pulgadas al ofrecer un equilibrio interesante entre la ligereza y comodidad (en mano) que proporciona un panel contenido frente a la versatilidad y comodidad (para la vista) de las pantallas más grandes.
El uso puntual, el uso en movilidad y la limitación de presupuesto nos hacen irnos a los modelos más compactos mientras que el uso intensivo, tanto lúdico como productivo, y el consumo de contenido nos aboca a las tabletas más grandes. Si no lo tenemos claro, las diez pulgadas son la opción todoterreno.
En cuanto a la tecnología del panel, como sucede en TV y smartphones, nos volvemos a encontrar con la disyuntiva LCD vs OLED, en este caso en formato LCD IPS frente al AMOLED. Cada una tiene sus puntos fuertes y sus debilidades aplicadas a las tablets, por lo que volvemos a insistir en la importancia de tener claro su destino.
En líneas generales, los paneles OLED ofrecen imágenes con negros más puros de alto brillo y contraste que llaman más la atención en grandes pantallas, si bien la calibración del fabricante tiene su importancia en el resultado final de la imagen. Además, el OLED es energéticamente más eficiente y por su forma de montaje, permite aprovechar al máximo las dimensiones de la tableta.
Pero no son perfectas. El tipo de patrón de subpíxeles que incorpora un panel OLED para compensar el diferente rendimiento de los píxeles RGB de la tecnología OLED más frecuente es el Pentile de Samsung, precisamente el que encontramos en los SuperAMOLED. Esta malla provoca una pérdida de nitidez si la pantalla no tiene suficiente resolución, algo que puede acabar apreciándose si la comparamos respecto a un panel con la misma resolución pero tecnología LCD.
Además, las pantallas OLED son más costosas de fabricar, se degradan más rapidamente que el LCD y, algo fundamental en este tipo de dispositivos, las pantallas OLED se produce un cambio de tono más o menos acusado en función de la calidad del panel al variar el ángulo de visualización, algo que se nota más en fondos blancos y que no experimentamos en las pantallas LCD de calidad.
No es casualidad que en la gama alta de las tabletas encontremos modelos tanto con paneles OLED como con LCD, por lo que nuestra recomendación es que antes de comprar una tablet, experimentes en vivo cómo es la visualización de contenidos.
La resolución es un parámetro muy importante en las tablets por lo cerca que colocamos la pantalla de nuestros ojos. Sin embargo, más que considerarla por si sola, tendremos que fijarnos en la relación que existe entre la resolución y el tamaño de la pantalla, es decir, en la densidad de puntos por pulgada.
Un buen punto de partida para un uso moderado son los 300 ppp. Aunque nuestros ojos nos permiten percibir densidades mayores, es a partir de este punto cuando el nivel de detalle será suficiente y nuestra experiencia será positiva.
Para verlo claro con ejemplos tangibles, si buscamos una tableta para pasar horas frente a ella o para consumo multimedia, un modelo con una pantalla de 8 pulgadas y una resolución de 2.048 x 1.536 (QXGA) tiene una densidad de 326 ppp es una buena opción de partida. Y si nos ceñimos a las tabletas en torno a las 10 pulgadas necesitamos que la resolución sea 2.560 x 1.600 (WQXGA) o superior para acercarnos a los 300 ppp.
Un hardware de lo más diverso donde el software tiene la última palabra
El de la tableta es un mercado particular. Con una tasa de renovación inferior a la de los smartphones, el espectro de alternativas propuestas por los principales fabricantes del sector es tan heterogéneo a nivel de hardware que podemos encontrarnos con dispositivos que integran elementos propios de un smartphone de gama media frente a componentes habituales de portátiles. De nuevo, sale a la palestra su uso futuro.
Un destino orientado al uso esporádico y la navegación sin grandes alardes puede hacer que un procesador sencillo como un MediaTek de cuatro núcleos sea suficiente. Si aspiramos a ejecutar más aplicaciones con fluidez o a la multitarea, van haciendo su aparición los procesadores con más núcleos diseñados por Huawei, Qualcomm y Apple, habituales en sus respectivos smartphones de gama alta. También nos encontramos con los Intel Pentium Gold y, ya enmarcados dentro de la categoría de convertible, los procesadores de ordenador como los Core de última generación.
El otro componente clave que marcará la diferencia respecto a si requerimos una tableta para uso puntual y sencillo frente a la multitarea o la ejecución de programas y aplicaciones más exigentes es la memoria RAM. Aunque podemos encontrar modelos veteranos con 1 ó 2GB de RAM, hoy en día cualquier tablet básica moderna con vocación doméstica parte de los 3GB.
Apostar por un hardware potente nos servirá para hacer uso de la multitarea, jugar a títulos exigentes para este formato, apps pesadas como editores de fotos y también para el procesamiento de fotos y vídeos. Eso sí, hemos de tener claro que en hardware el componente más débil será el cuello de botella.
¿Cuánto espacio necesito? A no ser que su uso se destine al consumo multimedia offline — mediante la introducción de series, películas, álbumes en el dispositivo o las funciones offline de servicios como Spotify o Netflix —, las tabletas son dispositivos orientados al uso online: servicios en la nube, contenido audiovisual en streaming, apps de productividad online… Para los usuarios más básicos 32 GB pueden ser suficientes, pero si vas a instalar aplicaciones y trabajar con ella, te recomendamos subir al menos un peldaño más.
En todo caso, el responsable máximo de la optimización de sus características es el software, por lo que las cifras de las especificaciones en bruto no deben despistarnos: en una tableta, un hardware para dispositivos móviles puede rendir mejor con un sistema operativo móvil que un hardware clásico de portátil en un sistema operativo de escritorio.
En lo aspiracional, muchos fabricantes «sueñan» con hacer de la tablet la sustituta del portátil, pero para convertir esta meta en realidad no solo hace falta un hardware solvente, sino también un software adaptado a este y a las características inherentes a este dispositivo.
Android, iOS o Windows: una cuestión de gustos, apps y actualizaciones
En cuanto a sistemas operativos para tablets — los convertibles los dejamos fuera —, en el mercado encontramos iPad OS (la capa de iOS adaptada a las tabletas de Apple) para los iPad, Windows en algunos modelos como la Microsoft Surface y la Lenovo Yoga y el resto, un mar de modelos y fabricantes con Android.
iOS 14, Android 10 y Windows 10 ofrecen una experiencia estable y robusta en formato tableta, por lo que será una cuestión de gustos y experiencia de usuario la elección entre uno u otro.
No obstante, a pesar de que la oferta de Android es superior, su heterogeneidad juega en su contra en este apartado, ya que en función del modelo elegido podemos encontrarnos con interfaces sin ajustar, capas más o menos atractivas/funcionales y unas actualizaciones que tardan en llegar o que directamente, no llegan. Y las actualizaciones son importantes, proporcionando parches de seguridad, solución de problemas, funciones adicionales y una mayor eficiencia energética.
¿LTE o no LTE?
Para elegir el modelo adecuado de tablet teniendo en cuenta la conectividad hemos de tener claro dónde la queremos usar: en casa o en la oficina o en movilidad.
La conectividad más sencilla que encontramos en una tableta es el Bluetooth y el Wi-Fi. No obstante, incluso en estas tecnologías los estándares son diferentes: los más ambiciosos y actuales ofrecen Bluetooth 5.0 y el Wi-Fi de tipo 802.11 a/b/g/n/ac(ax, con mayor alcance y transferencias de datos. Además, en el caso del Wi-Fi AC/AX podremos usar las bandas de 5 GHz del router, menos saturadas.
Y si vamos a usar la tableta en movilidad, algunas versiones de tabletas ofrecen la opción de conectividad LTE que soporte 4G e incluso 5G en los modelos más avanzados, lo que nos permite acceder a internet desde cualquier parte, siempre y cuando contemos con una tarifa de datos propia.
Diseño y materiales
A pesar de que el ritmo de renovación e innovación de las tabletas es inferior al de los smartphones, la tendencia a los bordes reducidos parece haber llegado a las tablets, algo que vamos viendo no solo en la gama alta (iPad Pro, Samsung Galaxy Tab S), sino que poco a poco va llegando a la gama media con modelos como la Huawei MatePad o el iPad Air. Independientemente de la subjetividad de su atractivo, es innegable que el aprovechamiento de sus dimensiones es superior.
El material utilizado en el chasis tiene un impacto importante tanto en la durabilidad de la tablet como en la refrigeración de los componentes internos. En el mercado es habitual encontrar aluminio en las tabletas más premium y policarbonato en las gamas media y baja
Aunque a simple vista el aluminio le confiere un acabado lujoso, son propiedades como la ligereza, rigidez y su elevado coeficiente de conductividad térmica — lo que favorece la disipación de calor — las que hacen de este material uno de los más usados en electrónica de consumo.
¿Solo necesito la tablet o voy a usar accesorios?
Mientras que los modelos más asequibles siguen centrados en la navegación y el consumo de contenido, las tabletas de gama más alta han ido encontrando su mercado como herramientas de uso profesional, una aplicación para la que los accesorios se antojan fundamentales.
En este sentido, el teclado y el lápiz óptico son dos de los accesorios clave. El primero obviamente para la introducción de texto de forma rápida y precisa, mientras que el segundo permite el esbozo, la edición y la digitalización en áreas creativas y técnicas.
Las tabletas diseñadas con vocación profesional, como pueden ser la Samsung Galaxy Tab S7, Microsoft Surface o el iPad Pro, cuentan directamente con accesorios oficiales, así como con un amplio abanico de accesorios compatibles de otros fabricantes. No obstante, cada vez son más las marcas que incorporan la compatibilidad con sus teclados y lápices a sus últimos lanzamientos, sean «Pro» o no.
¿Y las cámaras?
Aunque históricamente la óptica de las tabletas ha sido algo secundario, empleado fundamentalmente para videoconferencias y fotos/vídeos casuales – al margen del uso anecdótico que realizan algunas personas, generalmente de avanzada edad, como dispositivo para todo…incluido llevarlo a hacer turismo y tomar fotografías –, los modelos más premium siguen añadiendo funcionalidades como la grabación en 4K o la doble lente del iPad Pro, apta para medir distancias.
Entonces, ¿Qué Tablet comprar?
Ya hemos visto que el mercado nos ofrece una amplia variedad de opciones a elegir en cuanto a tabletas. En este sentido, en esta selección hemos intentado ofrecer un espectro diverso de tabletas en cuanto a funcionalidad y presupuesto.
TABLET ADVANCE SMARTPAD SP5712